Septiembre fue el Mes Nacional de la Prevención del Suicidio, un momento importante para reflexionar sobre las vidas que se han perdido a causa del suicidio y el efecto devastador que tiene en las personas que quedan afectadas por el suicidio. Este mes también sirve como una oportunidad para hacer hincapié en la necesidad constante de educarse, concientizarse y, lo que es más importante, infundir esperanza en todo lo que hacemos con respecto a la salud mental. Sin embargo, hacer frente a esta crisis no se limita a un solo mes, sino que exige esfuerzos sostenidos para mejorar el acceso a servicios y tratamientos de salud mental que sean de alta calidad y fácilmente accesibles.
En mi carrera profesional, en cualquier entorno en el que he practicado, la gravedad de la ideación y comportamientos suicidas han sido una constante. El suicidio puede afectar a cualquiera, independientemente de la edad o el sexo, el origen racial, étnico o socioeconómico, la educación, el empleo o el estado civil, pero en mi opinión, lo más trágico es que frecuente está vinculado con alguna enfermedad de salud mental que no ha sido diagnosticada o no tratada.
El suicidio es una alarmante crisis de salud pública—en EE. UU. más de 48,000 personas murieron por suicidio en 2021, pero eso no es todo. Se calcula que 12,3 millones de adultos pensaron seriamente en el suicidio, 3,5 millones lo planearon y 1,7 millones intentaron suicidarse en 2021. Estas estadísticas revelan una tendencia profundamente preocupante, que pone de relieve la necesidad urgente de actuar e intervenir. Además, grupos vulnerables específicos, como los hombres de mediana edad y mayores, los jóvenes indígenas americanos y los jóvenes que viven en Alaska, así como otros grupos marginados, como los que están involucrados con la justicia, los grupos LGBTQ+ y los veteranos, requieren nuestra mayor atención, necesitando esfuerzos integrados para mitigar los factores de riesgo y reforzar los factores positivos y de la esperanza.
Un mes de enfoque es insuficiente cuando hay tanto en juego. Necesitamos amplificar nuestros esfuerzos porque existen opciones y recursos viables que pueden tener un impacto positivo en las personas, las familias y las comunidades. En mi experiencia, hay varias acciones que todos podemos tomar—incluso los que no tienen una formación profesional en salud mental—que pueden tener un gran impacto.
1. Educarse: Edúquese y eduque a los demás sobre el suicidio y las enfermedades mentales, fomentando una mayor concienciación y comprensión. Familiarícese con los riesgos y las señales de advertencia asociados al suicidio, tanto en adultos como en jóvenes.
Señales de advertencia en adultos:
- Hablar de suicidio o hacer planes para suicidarse.
- Actuar con ansiedad o agitación; comportarse de forma impulsiva.
- Hablar de ser una carga para los demás.
- Hablar de sentirse atrapado o con un dolor insoportable.
- Aumentar el consumo de alcohol o drogas.
- Decir que se siente desesperado o que no tiene motivos para vivir.
- Dormir poco o demasiado.
- Retraerse o sentirse aislado.
- Mostrar rabia o hablar de venganza.
- Cambios extremos de humor.
Señales de advertencia en los jóvenes:
- Hablar de suicidio o hacer planes para suicidarse.
- Expresar desesperanza sobre el futuro.
- Demostrar dolor o angustia emocional severa o abrumadora.
- Mostrar cambios preocupantes en el comportamiento, particularmente en combinación con las señales de advertencia anteriores, incluyendo:
· Retraimiento o cambios en las conexiones/situaciones sociales.
· Cambios en el sueño (aumento o disminución).
· Enfado u hostilidad que parece fuera de carácter o fuera de contexto.
· Aumento reciente de la agitación o irritabilidad.
2. Hablar. Hable con sus hijos, sus amigos, sus compañeros de trabajo sobre el bienestar y pregúnteles cómo están. Preguntar a alguien en apuros si tiene ideación suicida no precipitará un intento de suicidio. Lo más probable es que se sientan aliviados, y éste puede ser el primer paso para conseguir ayuda para esa persona. Tenemos que expresar nuestra preocupación y apoyo a una persona en crisis. Nunca debemos ignorar o minimizar los comentarios sobre el suicidio.
3. Escuchar. Tenemos que escucharnos unos a otros. Esto se ha vuelto tan difícil, demasiadas distracciones, demasiadas aplicaciones, demasiadas demandas que se compiten entre sí. Detente, baja el ritmo, concéntrate en lo que se está diciendo. Mira a la persona a los ojos, que sepa que lo estas escuchando y entendiendo y transmítele tu preocupación y comprensión.
4. Estar Presente. Ofrezca tu presencia física y emocional a quienes lo necesiten, haciéndoles saber que no están solos. Si la seguridad es un problema, busque ayuda inmediata de un profesional de la salud mental.
5. Abogar. Todos debemos abogar firmemente por más servicios de prevención, educación, apoyo y tratamiento. Necesitamos acceso a servicios que sean fáciles de acceder y de alta calidad. Hay que impulsar acciones políticas que den prioridad a la salud mental a nivel federal, estatal y local, y participar activamente en iniciativas relacionadas.
Recuerden que hay ayuda disponible y que nadie tiene que enfrentarse a esto solo. Todos podemos poner de nuestra parte para mejorar esta crisis de salud pública y ofrecer esperanza a quienes la necesitan. Juntos podemos contribuir a un futuro mejor para nuestras comunidades.
Si está en crisis, ¡hay ayuda disponible!
Hay opciones disponibles para ayudarte a sobrellevar la situación. Puedes llamar o enviar un mensaje de texto al 988 Suicide & Crisis Lifeline en cualquier momento para ponerte en contacto con un asesor de crisis formado.
Para obtener ayuda confidencial disponible las 24 horas del día, los 7 días de la semana, en EE.UU., llama o envía un mensaje de texto al 988 o chatea en 988lifeline.org o visita https://go.usa.gov/xyxGa.
댓글